martes, 15 de febrero de 2011

Recordar para no repetir




“Ahí en este pedacito —Roberto señala el extremo de la cancha de microfútbol— cogieron a una señora, que según ellos era guerrillera, y le atravesaron con un fusil sus partes vaginales, murió desangrada”. Roberto Pérez, de 67 años, camina despacio, con una solemnidad fúnebre, por la cancha central de El Salado, hasta llegar a una cruz blanca que construyó la comunidad en honor a las víctimas. Hace 11 años, entre el 16 y el 21 de febrero de 2000, cerca de 450 paramilitares, enviados por los jefes del bloque Norte, Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, asesinaron y torturaron a 60 personas. La cancha de microfútbol fue el escenario que escogieron para reunir a la población que no alcanzó a huir, los que presenciaron la muerte de sus familiares y allegados, a los que torturaron, al son de la música de los equipos de sonido que prendieron mientras saqueaban las casas.

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